lunes, 1 de agosto de 2016

Pandemónium



Los sueños se esfuman entre las manos mojadas,
por la pena de unos ojos cansados de mirar.
Mi pequeña ya no le ríe al viento,
ni le susurra a la luna cuántas canciones hablaban de ella.

Entender que la vida es eso que pasa mientras te abrazas,
como si te diera todo igual.
Entender que todos necesitamos a alguien que esté ahí,
ayudando a recomponerte,
a no romperte.
A saltar por encima de las flores que te atrapan.
A conservar las sonrisas que te derrapan.
A cantarle a la noche helada.
A dormir desordenada.
A sentir la bocanada.
de aire que te desarma.

Es la despedida de una risa adormilada,
cuándo otra le dice que deje de soñar.
Es el saludo del silencio,
cuándo octubre pasa sigiloso entre tu falda.
La suave brisa de tus manos cuando me acunas, libre.
La dulce melodía de una bala de tu calibre.
La sangre ardiente de un hombre muerto.
Los ríos formados por un aeropuerto.
Es la caída de quien planta su bandera, firme.
Y es esa playa de la cual no pude irme.

No me engañes, ya no ríes como antes.
Dijeron que la luna se puso roja al sonrojarse.
Que el viento silva, llamando a la guerra de tus cabellos.
Y que la niña espera, tranquila,
a que la deslumbre tu destello.




jueves, 24 de diciembre de 2015

Escuchando la lluvia



Diciembre se ha cernido sobre nosotros y nos impide respirar.

El cielo está triste, ya no nos aferramos como antes.
No siento el peso de tus latidos,
no soy yo,
no soy,
no.
El cuerpo es un recipiente vacío que juega a extinguirte
y el recuerdo te llena lo suficiente para seguir vivo
y la nostalgia te araña lo suficiente para no despertar.

El cielo llora y no le encuentro sentido a este montón de letras desordenadas que nunca nos preocupó ordenar.
Nos consumimos con el aliento del otro, sin preocuparnos de guardar el nuestro antes.
Nos aferramos a la desesperanza de un beso de despedida,
al vacío de un pañuelo cabalgando las tristezas de los desamparados en el aire de una estación.

Ni la lluvia ni el frío fueron nunca lo mio, pero ultimamente, lo único que me queda es que aparezcas,
buscando una mano que entrelazar entre tanto invierno,
un abrazo que te seque la ropa despues de una tormenta,
un beso que te deshiele unos labios cansados de esperar.
Una vida,
otra,
y otra mas,
y seis.
Y decirte a la séptima lo mucho que te he extrañado,
cuánto lamento no ser gato para poder esperar.
Deja de esconder las penas tras un gorro y sonríele a la vida, enséñales que ni la nieve mas blanca se compara con tu delicada sonrisa.

No sigas evitándome, al fin y al cabo hace tiempo que ninguno sabe a donde va.






viernes, 28 de agosto de 2015

Mar de otoño




Quería contar el tiempo que tardo en recorrer las líneas de tus manos sin mirarlas.
Quería
Pero el otoño me ha parado las prisas,
y las risas.
Todas las caricias que estábamos dispuestos a probar.

La lluvia tan inmune
tú bailando bajo su techo,
yo bailando bajo su techo.
y ella bailando bajo otro techo.
La lluvia tan tú,
yo tan tú,
y tú tan ella.

Contigo pienso escribir los mejores versos a aquel que sepa escucharlos.
Se muere más de amor que de vicio,
aunque para el caso es lo mismo pero más divertido.

Eres la única cura contra este cáncer de locura que me llega por septiembre.
Eres el vaso medio vacío que nadie se atreve a terminar.

Crucé todos los mares y puedo asegurarte que no encontré unos ojos como los tuyos,
o unas miradas como las nuestras.
Ni una caída de hojas comparada con las que tienes tiradas por casa.
Esas que hablan de amores impasibles.
De amores
y de imposibles.
De héroes acabados
y finales sin acabar.

Y otoño tan propenso a la poesía.
Y yo tan propensa a la locura.
Tú, claro está, las tienes ambas.





jueves, 9 de julio de 2015

Aterrizar





La poesía es la alegría de volar a casa.
De citar nubes con el color de una puesta en tu pelo, cuando las margaritas me ahogan.

Uno es poeta un sábado por la noche y un miércoles a cualquier hora.
Es poeta cuando oye llorar a un niño y cuando ve reír a una madre.
Cuando muere el invierno.
Cuando el viento te busca las cosquillas y el corazón abraza la razón para no caer.

Las palmas de tus manos salvaran la lágrima de todo aquel que no ha llorado.
Los que no lloran afirman cuanto corrompen tus manos cuando saben a libertad.

La risa incandescente de quien no puede parar de bailar.
Las grietas de tus labios por las que cualquier hombre se hubiera descubierto a si mismo.
Volver  a caer en un pozo alentador.
Volver a imaginar dos mil maneras de salir de tu agonía.
Volver a volver.

No afirmo cuantos firman por una sonrisa tuya.
No digo cuanto arriesgan por no verte triste más.

Suena el viento ausente y no sé si mañana será mañana o tus mejillas mi propio sol.
Pero nos comeremos el mundo con el ansia de ser pájaro en mano si son las tuyas las que me sostienen.

miércoles, 1 de abril de 2015

Rosa


Solo venía a contarte que envidia me dan las calles cuando pasas distraída.
Como la vida te sonríe cuando sales a voltearla con esa falda, niña.
Que cada marzo te quiero un poquito más.

Te pediría mil veces que me llevaras a esas alturas donde tengo la mejor vista. De tus ojos, claro.
Y te escucharía mil veces, también, cuando despiertas a Perséfone con tu dulce voz.

No subestimé nunca el poder que tenía su risa cuando no paraba de llover.
Y aquí me encuentro, en el lugar donde las flores lloran su nombre.
Donde los pajaros ya no cantan.
Donde el viento la recuerda aún

Te gusta jugar al escondite con la luna y acariciar a la suerte. Y me parece la forma más bonita de mostrarme cuanta poesia tienes entre los dedos.

Tienes la facilidad de un crío cuando haces que todos los problemas se esfumen con solo bailar.
No vas a engañar a nadie con esos labios que pintan tulipanes cuando lanzas besos y vistes de oro el cielo.
Las dos sabemos que es 21 de marzo todos los días que tus caderas citan a Bécquer, pequeña.

Solo venía a contarte, a cantarte. Jugar al descarte de tus pétalos con el rocío que corre por tus mejillas
cualquier día de estos.
Me dicen que te llaman Rosa.
Y no me extraña.
Eres preciosa.

sábado, 14 de marzo de 2015

Mañana de Marzo




Es como un poeta, con alma de poeta, con vicios de poeta.

Su vida no es censura comparada con esa cesura de caderas, con ese corazón de madera.
Con esa manera que tiene de hacer resurgir la primera sin llegar a ser marzo. Y qué primavera. Estación donde los poemas dejan de ser tan tú, para ser más ella; donde ellos, melancólicos, alcohólicos, te llenan el alma por cada pétalo que renace.

Hasta el mismo cielo se ha vestido con la intención de abrumarte, cariño.

Adelante, vuela. Guerrero de las letras, combatiente del espíritu más locuaz.
Porque poético o poética, me hace perder la métrica de tan desordenada esencia.
Por concebir la lírica con tantas ganas. Por echarle un pulso a la suerte, que pasaba de casualidad y volver para ver emerger el sol una vez cualquiera de una mañana de marzo. Te estimo.

La naturaleza  hoy se ha puesto de acuerdo para mostrarte su mejor sonrisa y, osado, acercarte más a tocar el cielo, hacerte modelo de latidos desordenados y entender que no todos los inviernos son fríos, ni todo lo que brilla es oro. Hasta los pájaros consiguen seguir el ritmo de tus versos de cristal.

Y bueno, valiente, me voy con la seguridad de que veremos más veces ponerse el sol.
                                                                                                                                         De nuestra parte.

martes, 17 de febrero de 2015

Conquista




Me apetece salir a conquistarte. Pedirte como deseo con cada una de tus pestañas, una, y otra, y una última vez, hasta no terminar.

Te veo como ese pirata que surca los mares en su preciado barco en busca de algún tesoro escondido.
Tu tesoro no es más que cada verso en el cual te he pronunciado, aunque tú no lo supieras.
Nose aún de donde sacaré la fuerza con esta débil fortaleza, que me destruyes con cada uno de tus latidos.

Muéstrame como tu acción interior. Hazme guardar los trocitos de nuestra conquista para enmarcar este puzzle en tu pared y que así te acuerdes de mi. Déjame compararte una última vez, por hoy.
Eres una gran victoria para tan desesperada alma, y un acantilado de narices donde lanzarse cada noche a vencer los miedos que me supone tu pérdida. Prefiero lanzarme a tus brazos antes que a cualquier precipicio. Matarte a besos, de esos que te llenan el alma, y estrujarte en tantos abrazos como tiempo tengamos para no soltarnos.

Me harías plantar mi bandera en tu maldita casa, para demostrar a todo el mundo la conquista que me supones. Tienes un sitio de honor en mi colección, junto al primer día que accediste a pasear conmigo en el viejo parque que hoy día me recuerda a ti, y quien sabe qué cosas más.

Que te quiero de cualquier forma menos lejos. Nunca e probado la sensación de echarte de más y espero no tener que hacerlo nunca. Definirme como sentimental es decir poco de esta poeta, que escribe con la tinta que le cala el corazón y no puede parar de explotar versos cada noche. Pienso buscarte siempre, porque por ti, tesoro, derruiría mi fortaleza, solo para acercarme un poco más y sentir el calor que me abrasa en estas tardes de invierno.

Con la última pestaña te pedí un solo abrazo, pero qué abrazo.
Porque contigo, pirata, pienso conquistar Roma. Y lo que nos venga.